Contador de visitas

martes, 11 de diciembre de 2007

Arona, 6 de Noviembre de 2007. Diario de unas vacaciones

         Aquí estoy escribiendo por segunda vez desde Arona, hasta hoy todo iba de maravilla, pero hoy no está siendo mi día, aunque narraré los hechos cronológicamente.


         Cuando llegué al hotel y salí a dar el primer vistazo, para ver qué tal estaba la zona y, especialmente, la playa, me llevé una pequeña desilusión, aunque, afortunadamente, había cometido un pequeño error y, en vez de ir a la playa más cercana (y a la que voy cada día) fui a otra playa.


         Digo afortunadamente porque la playa más lejana es la que tiene peor acceso al océano y, como la arena de las islas es volcánica y, por lo tanto, negra (aunque a mi eso me da igual), se ve que intentaron crear una playa con arena blanca y, el resultado ha sido una plataforma dura de tierra y, si a eso le sumamos que, para acceder el agua hay que cruzar una zona de piedras y, seguramente, en el agua seguiría siendo el fondo rocoso, con lo que hacía prácticamente imposible el que me bañase.


         Así que, con las mismas, me fui a la otra playa que, además de estar mucho más cerca del hotel (incluso hay un acceso al hotel a través de una serie de escaleras a la playa que sale a escasos 100 metros de la playa) es de arena volcánica (mucho mejor, a mi parecer, que la otra playa de dura tierra), con un fácil acceso al mar y, además, con dos rompeolas que parecen naturales (aunque no soy un experto en rompeolas y puedo equivocarme) que hacen que las olas lleguen "menos fuertes" y, si seguís leyendo, os enteraréis de por qué lo he entrecomillado.


         Creo que me he adaptado bastante bien y las condiciones son muy buenas, aunque me es imposible evitar, sobretodo en los dos o tres primeros días, compararlo con el hotel al que íbamos en Mallorca, entre otras cosas porque en los últimos años (4 o 5, no lo recuerdo bien, exceptuando un año que estuvimos en un apartamento de un amigo de mi padre) siempre que hemos ido a la playa íbamos a Palma de Mallorca y a dicho hotel.


         Pero, incluso así, estoy muy satisfecho con el hotel, aunque mi habitación no de al mar, pero da al Teide y las vistas son muy bonitas. Cada día es más o menos igual, un poco antes de las 9 me levanto, me aseo y bajo a desayunar. Después de desayunar vuelvo a la habitación para coger las cosas de la playa y me bajo a la playa, sobre las 10 de la mañana, me compro una botella de agua fría de 1,5 litros y me cojo una sombrilla y una hamaca. Estoy en la playa desde las 10:30, más o menos, hasta las 17:30, más o menos (no hay que olvidar que estamos ya en Noviembre y, aunque Canarias sea el paraíso español y justo el 1 de Noviembre comience la temporada alta, a las 7 de la tarde ya es completamente de noche y, a las 5 ya no queda en la playa casi nadie). En la playa, los primeros días, me los pasé prácticamente todo el día durmiendo (de hecho, el primer día, no leí nada porque estuve todo el tiempo durmiendo) pero, desde el domingo, no duermo tanto y me baño más y leo bastante más.


         El agua está muy fría, aunque poco a poco me voy acostumbrando al agua del Atlántico donde hacía muchísimos años (exceptuando el fin de semana que pasé en Cantabria a mediados de julio tal como comenté en su momento en este blog), en concreto, si no me equivoco ni me falla la memoria, algo más de 9 años, la vez anterior que vine al sur de Canarias, a un pueblecito al lado de los acantilados de Los Gigantes (que son un auténtico espectáculo desde el mar, si podéis, alquilar un barco y vedlos, os quedaréis fascinados), en el verano de 1998, cuando vine con mi familia y mi actual jefe y amigo de mi padre y su familia (de hecho, fue aquí donde probé el alcohol, en concreto Malibú con Piña, y todo porque lo bebía la prima de la hija de mi jefe, chica de la que me "enamoré" y, como consecuencia, al regresar a Madrid, en el descanso de la academia donde iba para preparar la Selectividad, pasara de tomarme un café con leche a tomarme un Malibú con Piña), ya que, en 1999, fui solamente dos fines de semana a un pueblo de Alicante, en el 2000 a L'Startit, en el 2001 a Londres e Irlanda, en el 2002 a L'Startit nuevamente y, desde 2003 hasta 2006 (al final fueron 4 años, ya lo tengo claro) a Palma de Mallorca, así que han sido 9 años sin bañarme en el Atlántico, justo a la inversa que años anteriores (hubo varios años que fuimos al Mediterráneo, después al Atlántico, luego de nuevo al Mediterráneo y, ahora, de nuevo, al Atlántico).


         Pero reconozco que me encanta el Océano Atlántico, especialmente cuando se encuentra un poco picado y llegan unas olas majas a la playa, de hecho, el día que hay olas, me meto en menos tiempo, más veces y durante más tiempo cada vez que el día que no hay olas, de hecho, cuando no hay olas, me parece que está más fría el agua.


         Y ahora, por segunda vez en este viaje, vuelvo a "activar" mi mirada crítica con dos temas que son de relativa actualidad. El primer tema es la inmigración. Ya sé que Canarias, aunque pertenezca a España, país europeo, se encuentra en África, pero, desde hace 9 años hasta el momento, desde la última vez que vine, he notado muchísimo el que Canarias está en África por la gran cantidad de africanos que me he encontrado en la zona, es cierto que, al menos hasta el momento, lo único que han hecho es intentar vender cosas (en su mayoría gafas), pero crea, o al menos a mi, inseguridad, aunque no me considero racista, pienso que los inmigrantes son necesarios, ya que hay muchos trabajos que los españoles "no queremos" y que los inmigrantes sí que están dispuestos a realizar, pero, eso sí, pagando los impuestos como el resto de los ciudadanos, con los papeles en regla y con contratos con los mismos derechos y obligaciones que los del resto de españoles y, todo aquel inmigrante que incumpla las leyes, a cumplir la condena a su país, ya que no me parece bien que nuestras cárceles se llenen con 4 inmigrantes mal contados sobre los miles o cientos de miles que viven y se intentan integrar o se encuentran plenamente integrados en España.


         Respecto a la cultura, estoy encantado de recibir nuevas culturas, de la mezcla de culturas, pero también tengo claro que cualquier inmigrante que venga a España se tiene que integrar y adaptarse a las normas, costumbres y a la cultura española, al igual que si emigramos a otros países nos tenemos que adaptar a sus reglas y costumbres.


         Por otro lado, y esto es responsabilidad de todos los políticos españoles y constituye un gran atentado, aunque "no haya" víctimas (aunque realmente sí que hay víctimas, tan sólo hay que ver todos los muertos en la construcción) y son las moles de edificios que hay, especialmente los hoteles, son verdaderos atentados contra el paisaje y, mientras escribo estas líneas, pienso que todos somos culpables, los políticos, dando igual de qué partido sea, autorizando las obras y todos los ciudadanos por permitirlo, aunque parece que el actual gobierno del PSOE está empezando a actuar contra dichos atentados.


         Por otro lado, el domingo tuve una llamada que me animó bastante, aunque, para entender esa alegría hay que retroceder una semana. El martes pasado, cuando estaba en Coslada, en la empresa de transporte de carga, mi jefe y amigo de mi padre, me dijo que H estaba en Tenerife y que le daría mi número de teléfono, yo le dije que vale, aunque interiormente no me apetecía nada, porque eran mis vacaciones después de más de dos años sin vacaciones (las del 2006 no las considero vacaciones ya que mi padre ya estaba mortalmente enfermo y, las anteriores, fueron en julio del 2005) y eran (y son) pocos días, once, que, teniendo en cuenta que el primer día, el del viaje de ida, solamente disfruté de una hora de playa y que el último día, no voy a disfrutar absolutamente nada de la playa (hay que dejar los hoteles antes de las 12 y, a las 3, sale mi avión, además, ya sé que, cuando llegue a mi casa, me esperan unas cuantas tareas que no me van a dejar ni un minuto de respiro postvacacional), por lo tanto, son solamente 9 días de descanso.


         Y claro, no me apetecía dedicar parte de esos 9 días de descanso a una mujer de unos 60 años, porque yo pensaba que se refería a H, su mujer, cuando, en realidad, se refería a H, su hija, que es de mi edad y que vive en Tenerife con su novio, así que, cuando recibí la llamada de H, el pasado domingo por la tarde, la alegría que sentí en mi interior fue inmensa, aunque reconozco que no llevé muy bien la conversación (en estos casos la timidez y vergüenza bloquean mi mente y no consigo "integrarme" en la conversación) y no creo que me llame para quedar ya que está empezando a trabajar en la sede de Tenerife de la empresa de transporte de carga de su padre y sé cómo se trabaja en esa empresa y sé que debe de tener mucho trabajo.


         Pero realmente no he venido a Canarias para quedar con gente sino para descansar, si quedo con alguien, pues muy bien, si no quedo con nadie, pues también muy bien y, si quedo con alguien, reconozco que prefiero quedar con alguien de mi edad que con alguien 30 años mayor que yo. Además, el saber que va a ser H quien dirigirá en un futuro la sede de Tenerife me creó también una excitación muy grande, ya que, a finales de septiembre, "Rumana", una trabajadora muy guapa de la empresa de transporte, aunque reconozco que tienen muchos problemas con ella y ha estado a punto de irse en estas semanas pasadas de la empresa (incluso no estoy completamente seguro de que, cuando regrese el próximo martes a la empresa, siga trabajando en ella) me dijo que la habían prometido que dirigiría la sede de Tenerife y parece claro que no va a ser así.


         Y con las mismas pasamos a ayer lunes, el día fue transcurriendo como el resto de los días hasta que llegó la tarde, iba a empezar a recoger para regresar a la habitación cuando vi el mar, que no había nubes y el sol, decidí en ese momento que era el día exacto. El océano había estado juguetón con las olas y con las que disfruté como un niño (me encantan las olas y es lo único que hecho de menos, junto con un par de grados menos en el agua, en el Mediterráneo) y estaba exultante (ya que hoy estoy un poco "plof", seguid leyendo para saber la razón).


         Así que, en un arrebato de ilusión, cogí dos de las pilas que había comprado el jueves en el aeropuerto de Barajas, se las puse a la cámara de fotos y me lancé a buscar el mejor sitio para fotografiar la puesta del sol.


         Porque sí, me encantan las puestas del sol sobre el mar, me parecen espectaculares, estoy enamorado de ellas al igual que del mar, reconozco que soy un romántico, así que aproveché, escogí un buen sitio y aquí tenéis el resultado, he escogido las que me parecen más bellas (las podéis ver al final de éste párrafo). Después de realizar las fotos, con el sol ya oculto y ante las últimas luces naturales del día, puse camino de vuelta al hotel, extasiado, lleno de alegría y felicidad porque, además, a escasos metros del lugar que elegí para hacer las fotos había una tienda que tenía como música las melodías de baladas, sin la letra, y fue el sonido ideal, la mejor música de fondo posible para la puesta de sol.





         De regreso al hotel vi que tenía una llamada perdida de mi hermano pequeño y le llamé por si había pasado algo, resultó que me había llamado porque ya sabía qué regalar a mi hermano mediano (había sido su cumple el domingo), al final le regalamos una Play Station 3 (aunque me parece excesivamente cara, de hecho, por 100 euros más te puedes comprar un ordenador portátil que te permite realizar muchas más cosas además de jugar y más teniendo en cuenta los pocos juegos que hay para la PS3), un sistema de sonido "nosequé" 2.0 o 2.1 (no me acuerdo muy bien, lo siento), un mando para la PS3 y un juego para la PS3.


         Lógicamente, mi hermano, que no se esperaba nada de eso, estaba alucinando, al igual que yo aluciné cuando mi hermano me regaló la PSP (aunque reconozco que no juego mucho con ella) y me hizo sentir bien.


         Hoy, cuando me he levantado, seguía igual de bien, feliz y contento y más cuando, al llegar a la playa, he visto que había las mismas olas que el día anterior. Así que, después de esperar una hora, más o menos (como tengo media pensión en el hotel, en lugar de comer, desayuno y ceno más fuerte y, así, además, aprovecho más la playa al no tener que ir a comer), me fui al mar a disfrutar de las olas con mi gorra (para no quemarme) y mis gafas de sol (ya que, no sé cómo se llama lo que tengo, pero no enfoco bien de lejos y veo borroso los objetos lejanos) graduadas y seguiría siendo igual de imprudente (ya no lo hago) si no hubiera sido por una ola que me pilló despistado.


         Cuando estaba metiéndome en el mar vino una primera ola así que sujeté con una mano la gorra y las gafas, la ola me salpicó en la cara y, para que no me cayera ninguna gota en los ojos y, mientras que me estaba secando, vi una chica muy guapa (sí, las chicas me volvéis "loco", especialmente cuando os desnudáis en la playa, qué le voy a hacer, soy así, jejeje) y dejé de vigilar las olas cogiéndome por sorpresa la siguiente ola, la gorra y las gafas se fueron de mi cabeza sin que pudiera evitarlo. La gorra conseguí recuperarla, pero no las gafas, encima llegaron seguidas otras dos olas muy fuertes y, aunque estuve durante casi media hora buscándolas, no las encontré.


         Así que por eso estoy "plof", ya que he perdido las gafas de sol graduadas y 150 euros (lo que me acaba de costar el hacerme unas nuevas), pero bueno, al menos, he aprendido la lección (no volverme a bañar con las gafas puestas) y, como quedan todavía unos cuantos días de vacaciones, espero volver a animarme. Aquí finalizo este segundo relato de mis vacaciones, que ya va siendo hora de cenar y luego quiero ver RSI.


Un besazo para todas y un abrazo para todos desde Canarias.


Madrileño Solitario

1 comentario:

VANE dijo...

Que fotos mas bonitas....
ah! que se llama atismatismo
besos